Leí sobre el método “no poo” hace unas semanas, en algún muro de Facebook. Siempre he sido de las personas que cuestionan lo establecido, así que de entrada me pareció interesante. Pero como además soy una persona que aplica el pensamiento para resolver problemas cotidianos, conforme fui leyendo me pareció, además, completamente lógico.
Hace varios años ya que dejamos de usar suavizantes en casa para lavar la ropa, simplemente porque si se sabe algo elemental de química, se puede ver que no tiene sentido alguno. Y el dejar de usar shampoo y acondicionadores cae en la misma categoría, desde mi perspectiva.
Para explicarlo de otra forma, limpiar el cabello es una cuestión de acidez y alcalinidad. Y el residuo que se acumula en el cuero cabelludo es ácido por regla general. Así que neutralizarlo con la alcalinidad del bicarbonato es totalmente lógico y promete ser eficaz.
Además, mi cabello está seriamente dañado luego de una decoloración que me hice hace unos meses, y no ha habido producto que le devolviera la suavidad a mi cabello. ¿Qué es lo peor que podría pasar?
Dicho todo lo anterior, empecé el día de hoy con mi primer lavado exclusivamente con agua alcalinizada con bicarbonato: taza y media de agua por 1 cucharada de polvo. Ésta cantidad fue suficiente para mi cabello, que mide cerca de 50 cm.
Fue sorprendente ver cómo, al irse secando, el cabello estaba efectivamente libre de grasa y suave. Especialmente las puntas me dejan muy complacida, pues son lo más dañado de mi cabello.
La meta es hacerlo al menos por un mes, para realmente apreciar el cambio en suavidad, brillo y grasa capilar. Así que seguiré haciendo registro diario durante todo enero. ¡Hasta mañana!